El mundo de Menoïch
El Bastión de Shadirind

En la Guerra del Odio, Lean-ha atacó y arrasó los asentamientos que encontraba a su paso. Las ciudades Zhogs de Tiriok, Naez, además de la espléndida y única ciudad Gangu de Sho-Gulho, cayeron bajo su aterradora mano. El reino Sinak de Gahe Karn-Cu también cayó bajo su influjo y el de sus perversas hijas.

Todos los supervivientes y los restantes aliados se retiraron a la ciudad Zhogs de Shadirind. Allí se prepararon para combatir. El propio Clauok otorgó las runas de poder a los Arhuatz y enseñó el manejo de la espada a los Sinak. Etruok disciplinó a éstos últimos en el manejo del arco.

Resistieron en el bastión de Shadirind a un cruel asedio hasta empujar al enemigo hacia el Norte, en las montañas Cerliok. El dios Clauok luchó junto con su hijo Etruok en la batalla; Anoïk a punto estuvo de unirse, pero vio que el poder de Etruok era superior al del padre y la balanza de Zhasluon estaba equilibrada. Ïnakare también quiso aliarse, pero se lo prohibió su padre haciéndola responsable y guardiana temporal de las puertas de Zlecuria

En aquel lugar se produjo la destrucción de los Drakgorak y la muerte del dios Clauok que arrojó su espada que se destruyó haciéndose añicos, perdiéndose para siempre. Pero la guerra continuó durante largos años donde no se dio tregua, viniendo luchadores descendientes de la Noche de la Vil Oscuridad para hacer pagar a Lean-ha su traición. Empujaron los Gialz supervivientes hacia el Noreste en las tierras de Tzoh-Uak. Al final fue derrotado Lean-ha y muerta Phaiak, señora de la discordia y el dolor.Desde ese día el bastión de Shadirind fue recordado por la resistencia y ofensiva e impedir que la guerra avanzara al Oeste, hacia Shaiknel y Dunïl, si bien no fueron tierras de paz en unos momentos de gran compulsión.

La Balanza de Zhasluon

La balanza de Zhasluon se creó para medir y equilibrar las fuerzas del bien y el mal, pero su creación va más allá de las eras. Se cree que su nombre viene de un ser primordial, al igual que Ën, pero desaparecido en el umbral de la razón y el tiempo.

Se la representa con un aro perfecto en cuya superficie plateada están grabadas las runas que alertan del mal uso o desequilibrio de las fuerzas del bien o del mal. En su parte superior hay una vara en horizontal que en apariencia no tiene sujeción alguna con la superficie curvilínea, quedándose suspendida a poca distancia de ésta mas una muesca pone en evidencia que ahí, en la parte superior, estaba alojada la piedra de Znaoïk. A sus extremos, levitando en cadenas de cristal, están las bandejas donde el peso inclina la balanza hacia un lado u otro. En su parte inferior hay un segundo segmento semiesférico o de media luna utilizada de soporte o bien para agarrar el objeto.

Cuando una de dichas fuerzas se sobrepasa, volviéndose más poderosa que la otra, el peso hundirá la bandeja elevando a la más débil. Es entonces cuando el guardián vigente debe poner fin y restaurar el equilibrio, colocándola en su posición inicial. La deidad depositaria es Anoïk: Vigente de la Balanza de Zhasluon. Tras la caída de Vrialdor y la destrucción de la piedra de Znaoïk –la piedra que adornaba la parte superior de la balanza- Anoïk se volvió más reservado y distante; triste de que el equilibrio se rompiera y con él la piedra de la verdad (Cenkar).

Anoïk

Vigente de la balanza de Zhasluon. Deidad neutral. Es una deidad admirada sobre todo por guerreros o caballeros con código de honor. Se le pide que medie en problemas donde la balanza se inclina peligrosamente beneficiando a un bando y perjudicando a otro. Los agricultores, ganaderos y comerciantes le rinden homenaje para que la justicia reine. De este modo no sean víctimas de saqueos, robos o impuestos abusivos.

“antes de la destrucción de la torre de Vrialdor su estandarte era una balanza de nácar, la balanza de Zhasluon, sobre un fondo azul claro, pero tras la caída de Vrialdor y la destrucción de la piedra de Znaoïk su estandarte se dividió entre los colores verde y rojo que separan el dibujo de la balanza entre colores azul oscuro sobre verde y negro sobre rojo. En jefe se dibujó la piedra de Znaoïk partida en dos”

Filología:

  • An. -fuego
  • O. -sabiduría
  • Ï. -por derecho
  • K. -Honor
Ilustrador: Desconocido Fuente: https://www.pinterest.es/pin/705165254152512986/
Karn-Gram Nel

Relatos y Leyendas

La ciudad Unificada de Vrialdor

Fue la primera unificación de las razas en la Era de los Titanes. Los pocos restos que quedan de tal espléndida ciudad nos limitarían su ubicación real, salvo por los mapas hallados en la cripta de Shadirind que nos dicen que la ciudad se construyó cerca del árbol de Truak. Incluso anotaciones, bastante leíbles después de más de mil años, nos han revelado a una ciudad hermosa y llena de vida. La mezcla de razas que convivían en la colosal urbe, y modo de vida tan diferente entre las mismas, otorgaba a la ciudad una impresión apoteósica salpicada de multitud de colores y formas extrañas. 

Fue el inicio del arte de muchas razas sobre la construcción y la maestría de trabajar piedra y hierro, es difícil describir la ciudad entre estilos Sinak y Arhuatz entremezclados entre sí y, sin embargo, no tan extraño imaginarlo, así como las culturas Elnar o Zurgs de cuyas obras, por desgracia, no disponemos de muchos datos fiables. Altas torres levantaron los Zhogs junto con los Arhuatz y Sinak; fuertes eran los templos que allí residían, grandes las explanadas donde Neh-ve y Fenop convivían. 

En el centro de la ciudad se elevaba una gran torre, aunque decir torre sería comparar un alfiler con un mástil: se alzaba muy alta en un intento por tocar las estrellas del firmamento. A medida que se alzaba la vista nuevas torres brotaban de su tronco similar a las ramas de un árbol de invierno. A la luz del sol proyectaba reflejos dorados y blancos y al llegar la noche un montículo de piedra negra parecía. Un importante relato, extraído según cuentan de las ruinas de la misma Vrialdor, comenta la apoteósica transformación de colores que realizaba tras los eclipses de las dos lunas. Esto nos llevó a investigar más sobre la ciudad e incluso recibimos ayuda de astrólogos que calcularon nuevos mapas en un gran esfuerzo por retomar los péndulos del pasado, calculando los eclipses que acontecieron y emplear estos cálculos para probarlos con el poco material que quedó de la torre. El resultado nos dejó atónitos. Grandes genios y artesanos crearon una especie de forma cambiante que obedecía a elementos y luz, tal vez una superficie líquida impregnada después a la torre de Vrialdor hacía este efecto, pero los alquimistas, aún afirman de la existencia de dicho líquido, pero ignoran su composición. Parece ser que los eclipses transformaban la torre en unas tonalidades sólo vistas por las noches, parecidos a los líquidos alquimistas para ver en la oscuridad, pero aumentadas en un tamaño descomunal apuntando al cielo y en una noche despejada de estrellas y nubes, alumbrarían según nuestros cálculos varios kilómetros de distancia.

…Tiempos más felices que se descubren en tiempos de infortunio.


La piedra de Znaoïk

Cuando se unificó la torre de Vrialdor, el dios supremo Anoïk extrajo de la balanza de Zhasluon la más grande de sus gemas que llamó Znaoïk y la colocó en lo más alto de la torre custodiadas por siete estatuas de Darzle de piedra pulida y un altar de mármol negro. El dios de la neutralidad quiso simbolizar el equilibrio en Menoïch por el que se deberían seguir las reglas del todo y la nada; allí, en lo alto de la gran torre, la piedra de un tamaño superior a los tres metros lanzaba destellos blancos, reflejados sobre sólido material negro como hollín. Desgraciadamente, cuando la ciudad fue atacada por los Shasiop, la piedra sé desfragmentó liberando una honda de energía que se sintió incluso en Zlecuria. Rodeó todo el mundo y creó las razas Sizna como se le conocen hoy en día. De cada ser surgió un ente opuesto e igual a la vez.

Aku-Gram Hi

Primer libro de la creación

Lhoïok, Dios soberano de la creación, tuvo un pensamiento que al instante se materializó en un planeta sin vida y sin luz. Lhoïok lloró porque el pensamiento había creado un mundo sin explicación; no se podía decir que estaba allí porque no se veía, pero no se negaba su existencia ya que su presencia era la de Lhoïok. Pensó y halló una solución: buscar de entre sus sueños una ilusión, para que Menoïch, pudiera ser visto y sentido a la vez, para que los demás vieran con envidia que Lhoïok seguía siendo el señor de la máxima creación. 

Pero no era completamente admirado. Aon-ha, soberano y señor del odio, de la destrucción y la envidia, descubrió los planes de Lhoïok de crear algo puro. De la indignación, el universo se tiñó de oscuridad. La oscuridad de Aon-ha. El Dios de la creación tras mucho buscar encontró algo que no pudo definir, algo que de entre sus mil sueños era único, algo que no podía explicar mas al soñarlo vio que era bueno y sus lágrimas distribuidas por millones de puntos sobre la oscuridad de Aon-ha se tornaron brillantes de alegría iluminando todos los rincones sin fin del universo. Aon-ha estalló de rabia.

El sueño fue materializado en algo palpable. En él brillaba la fuerza de mil constelaciones, de mil deseos diferentes, todos buenos. Lhoïok lo lanzó con su esencia de bondad contra Menoïch para que fuera puro y perfecto. Pero el señor de la destrucción acumuló toda su ira en forma de negro cometa y lo lanzó con toda su esencia de maldad contra Menoïch. De repente se cruzaron antes de tocar sobre lo que tendría que haber sido puro y bueno. Una gran explosión absorbió a las dos divinidades al interior de Menoïch, fundiéndose en una, compartiendo un sueño que durará hasta que el mundo deje de soñar. Sus cuerpos quedaron en el espacio invisible ante ojos mortales o divinos, esperando a que el día llegue y que el sueño termine.

De la gran explosión surgieron fragmentos de sueños que se hicieron realidad. Uno, el más grande, se alojó en Menoïch y el mundo cambió. Otro se fue para las estrellas y en llamas estalló, creando a Shaik, el sol, alimentando con su luz y su calor. Otros, gemelos los dos, se alejaron uno del otro y las lunas se crearon: Naegab, blanca una como nácar y la otra era Naêmk, fría y azul. De la más grande, Menoïch, cinco elementos salieron, tierra, mar, fuego, aire, y del último no se habló, puesto que del sueño de Lhoïok y Aon-ha se trata. Aquel sueño no murió, porque dicho está en el firmamento, que algún día Lhoïok y Aon-ha, los dos, del inicio y del final se hablaría y que la batalla nunca terminó.


La Llamada  

Cuando todo ocurrió, vino un gran silencio. Pasaron interminables ciclos de tiempo hasta que fue escuchado el silencio que actuó como llamada para los Dioses soberanos. Tres vinieron; eran entidades superiores, Dioses para muchos de los mortales, para otros iguales, aunque no inferiores, mas su poder estaba muy por debajo de los Soberanos que ahora dormían: Clauok, Divinidad suprema del Bien y guardián de puertas de Zlecuria; Lean- ha Dios supremo de la Maldad y portador de la llama negra de Narnaetok; y, por último, y no menos poderoso, Anoïk señor de la Guerra, guardián de La Balanza de Zhasluon y Juez del equilibrio Eterno.

Al llegar vieron a Menoïch de una forma que no podrá ser vista jamás, en su máximo esplendor. A los ojos de las divinidades, fuera de cualquier ojo mortal, Menoïch manaba poder por todas partes, pero era así como lo veían ellos, ninguna persona podría describir lo que fue, antes se ahogaría en sus propias palabras al intentar ni siquiera explicar un ápice de luz de la creación.

La Luz de la Creación, un poder fuera de lo corriente y limitado para todos excepto las divinidades Soberanas y el Dios Ën, el Único, debe ser utilizado con sabiduría y conocimiento. Lo que se pretende es crear, no destruir, aunque en esta ocasión el sueño se convirtió en pesadilla para muchos.

Las tres divinidades contemplaron durante mucho tiempo, pero ¿Quién lo había creado? Miraron a su alrededor y vieron una interminable sucesión de estrellas infinitas en el universo imperecedero, un espectáculo digno para una entidad. Anoïk decidió comunicarle a Ën del sorprendente hallazgo. Fue a su búsqueda; tardarían cientos de años en volver.

El tiempo pasó, el silencio llegó a oídos de otros. Esta vez aparecieron dos nuevas divinidades. Éstas, independientes a los rangos celestiales, mantenían una fuerte alianza con las fuerzas del universo. Llegaron las dos, Vuêk-va y Enistîa y se maravillaron de lo que vieron y sintieron, una multitud de colores y poderes que se podían tocar y saborear, se sintieron atrapadas como un insecto a la tela de una araña, en verdad el inicio de la creación fue algo que pocos sintieron. 

Vuêk-va, entidad de la naturaleza viviente, fue seducida por el poder de Menoïch mas vio que había desequilibrios entre los elementos de vida, sobre todo sobre el elemento del Espíritu; su poder era inmenso y fluía de todas partes, pero sobre todo de un ser que caminaba por terrenos que nadie antes había pisado, cuya única pertenencia consistía en una túnica carcomida por el fuego, pero a su vez limpia y fría como el hielo. Las demás divinidades no le dieron respuestas que pudieran satisfacer a la poderosa señora de la naturaleza, pero le dijeron que si quería mandar sobre dichos elementos antes debería demostrar pleitesía a los Dioses supremos que allí había. Difícil decisión, ya que ganas tenía y sin pensar más en errante o caminante accedió a demostrar obediencia.

Enistîa Diosa de la magia vio un poder al cual podía dar forma ¡y que forma! Podía crear y destruir, alterar e invocar, un poder fuera de los límites de lo conocido y ahora la oportunidad a sus pies, tal vez jamás volvería a sentir o soñar una creación así, tal vez ésta era la oportunidad; y sin más, accedió también la poderosa señora a rendir respeto… Pero no todos ellos eran ignorantes de la auténtica verdad: el señor del Mal Lean- ha sabía de Aon-ha y de los planes que incluía desbaratar la creación de Lhoïok. Ocultó esa verdad para que nadie lo supiera. Así traicionó a Aon-ha; él quería el poder absoluto y lo extraería de Menoïch, escudriñando en las entrañas de los Dioses soberanos.