«Ziknoc hizo ademán de silencio con el índice apretado sobre su bigote mientras se aproximaba al ala Este donde, empotrada en la pared forrada de tablas, reposaba una gran lápida de piedra».
La leyenda de Menoïch
La historia de Ziknoc «pies ligeros» podría llenar varios volúmenes de la gran biblioteca de Kitur o Shadirind. Posee un don excepcional: es observador. Sí, para muchos esto no es más que una habilidad entrenada, pero el pequeño gran Arhuanim crea sus creaciones de lo que ve y siente. Puede captar situaciones que pasan desapercibidas para el resto, aprovechando el vuelo de un pájaro para maravillarse de su simple y grácil forma, y el impulso que ejecuta para volar o tomar tierra; o bien estudia el comportamiento de ciertos animales, osos para ser exactos, y la facilidad, aun con su gran corpulencia, de trepar a los árboles utilizando sus afiladas garras.
Todas esas imágenes danzan en su mente para dar forma a objetos adaptados a las necesidades, si bien no todos terminan exactamente bien.
Apasionado de la literatura y de los relatos de los viajeros que cuentan historias de lugares lejanos y extraños, nunca vistos por otros ojos; soñando poder viajar él mismo y experimentar la sensación de la aventura.
Conocido como «Bosque de los sin rostro», al Sur de Shadirind en mención a las criaturas que habitan allí. Según cuentan en la profundidad de sus bosques viven misteriosas y esquivas criaturas que no se han podido identificar, o comparar, con las conocidas en la actualidad. Son muchos los testigos que narran auténticos encuentros con seres de múltiples formas y que parecen, algunos, no necesitar de alas para volar.
Cuentan las leyendas que el dios Clauok cayó al Norte del bastión de Shadirind, en las montañas Cerliok. Después de eliminar a sus mortales enemigos, entre ellos a los temibles Drakgorak, entonó un último canto a Menoïch; fue una oda a la victoria sobre la muerte. Aun sabía de su irremediable muerte, también supo que viviría eternamente en los sueños y pensamientos de los mortales e inmortales que participaron en esa batalla. Un gran gozo invadió a Clauok y lanzó su espada a las montañas donde se rompió al caer al suelo al mismo tiempo de caer él y descansar para siempre.
La diosa de la música Liad-va compuso muchas canciones en honor al dios caído; no obstante, entre muchos de sus seguidores, se cree que la señora de los susurros creó una balada personal para él. Dicen que escuchando esta hermosa canción es capaz de ablandar el corazón más duro y hacer llorar a los más crueles y villanos.
En la Guerra del Odio, Lean-ha atacó y arrasó los asentamientos que encontraba a su paso. Las ciudades Zhogs de Tiriok, Naez, además de la espléndida y única ciudad Gangu de Sho-Gulho, cayeron bajo su aterradora mano. El reino Sinak de Gahe Karn-Cu también cayó bajo su influjo y el de sus perversas hijas.
Todos los supervivientes y los restantes aliados se retiraron a la ciudad Zhogs de Shadirind. Allí se prepararon para combatir. El propio Clauok otorgó las runas de poder a los Arhuatz y enseñó el manejo de la espada a los Sinak. Etruok disciplinó a éstos últimos en el manejo del arco.
Resistieron en el bastión de Shadirind a un cruel asedio hasta empujar al enemigo hacia el Norte, en las montañas Cerliok. El dios Clauok luchó junto con su hijo Etruok en la batalla; Anoïk a punto estuvo de unirse, pero vio que el poder de Etruok era superior al del padre y la balanza de Zhasluon estaba equilibrada. Ïnakare también quiso aliarse, pero se lo prohibió su padre haciéndola responsable y guardiana temporal de las puertas de Zlecuria.
En aquel lugar se produjo la destrucción de los Drakgorak y la muerte del dios Clauok que arrojó su espada que se destruyó haciéndose añicos, perdiéndose para siempre. Pero la guerra continuó durante largos años donde no se dio tregua, viniendo luchadores descendientes de la Noche de la Vil Oscuridad para hacer pagar a Lean-ha su traición. Empujaron los Gialz supervivientes hacia el Noreste en las tierras de Tzoh-Uak. Al final fue derrotado Lean-ha y muerta Phaiak, señora de la discordia y el dolor.Desde ese día el bastión de Shadirind fue recordado por la resistencia y ofensiva e impedir que la guerra avanzara al Oeste, hacia Shaiknel y Dunïl, si bien no fueron tierras de paz en unos momentos de gran compulsión.
Fue la primera unificación de las razas en la Era de los Titanes. Los pocos restos que quedan de tal espléndida ciudad nos limitarían su ubicación real, salvo por los mapas hallados en la cripta de Shadirind que nos dicen que la ciudad se construyó cerca del árbol de Truak. Incluso anotaciones, bastante leíbles después de más de mil años, nos han revelado a una ciudad hermosa y llena de vida. La mezcla de razas que convivían en la colosal urbe, y modo de vida tan diferente entre las mismas, otorgaba a la ciudad una impresión apoteósica salpicada de multitud de colores y formas extrañas.
Fue el inicio del arte de muchas razas sobre la construcción y la maestría de trabajar piedra y hierro, es difícil describir la ciudad entre estilos Sinak y Arhuatz entremezclados entre sí y, sin embargo, no tan extraño imaginarlo, así como las culturas Elnar o Zurgs de cuyas obras, por desgracia, no disponemos de muchos datos fiables. Altas torres levantaron los Zhogs junto con los Arhuatz y Sinak; fuertes eran los templos que allí residían, grandes las explanadas donde Neh-ve y Fenop convivían.
En el centro de la ciudad se elevaba una gran torre, aunque decir torre sería comparar un alfiler con un mástil: se alzaba muy alta en un intento por tocar las estrellas del firmamento. A medida que se alzaba la vista nuevas torres brotaban de su tronco similar a las ramas de un árbol de invierno. A la luz del sol proyectaba reflejos dorados y blancos y al llegar la noche un montículo de piedra negra parecía. Un importante relato, extraído según cuentan de las ruinas de la misma Vrialdor, comenta la apoteósica transformación de colores que realizaba tras los eclipses de las dos lunas. Esto nos llevó a investigar más sobre la ciudad e incluso recibimos ayuda de astrólogos que calcularon nuevos mapas en un gran esfuerzo por retomar los péndulos del pasado, calculando los eclipses que acontecieron y emplear estos cálculos para probarlos con el poco material que quedó de la torre. El resultado nos dejó atónitos. Grandes genios y artesanos crearon una especie de forma cambiante que obedecía a elementos y luz, tal vez una superficie líquida impregnada después a la torre de Vrialdor hacía este efecto, pero los alquimistas, aún afirman de la existencia de dicho líquido, pero ignoran su composición. Parece ser que los eclipses transformaban la torre en unas tonalidades sólo vistas por las noches, parecidos a los líquidos alquimistas para ver en la oscuridad, pero aumentadas en un tamaño descomunal apuntando al cielo y en una noche despejada de estrellas y nubes, alumbrarían según nuestros cálculos varios kilómetros de distancia.
…Tiempos más felices que se descubren en tiempos de infortunio.
La piedra de Znaoïk
Cuando se unificó la torre de Vrialdor, el dios supremo Anoïk extrajo de la balanza de Zhasluon la más grande de sus gemas que llamó Znaoïk y la colocó en lo más alto de la torre custodiadas por siete estatuas de Darzle de piedra pulida y un altar de mármol negro. El dios de la neutralidad quiso simbolizar el equilibrio en Menoïch por el que se deberían seguir las reglas del todo y la nada; allí, en lo alto de la gran torre, la piedra de un tamaño superior a los tres metros lanzaba destellos blancos, reflejados sobre sólido material negro como hollín. Desgraciadamente, cuando la ciudad fue atacada por los Shasiop, la piedra sé desfragmentó liberando una honda de energía que se sintió incluso en Zlecuria. Rodeó todo el mundo y creó las razas Sizna como se le conocen hoy en día. De cada ser surgió un ente opuesto e igual a la vez.
Muchos de los datos que se aportan en esta obra se dan a conocer en primera persona, sobre todo los referentes a la creación sacada de los manuscritos: Aku-Gram Hi, primer libro de la creación o inicios de la creación; Karn-Gram Nel, segundo libro de relatos o relatos y leyendas; y el Sho-Gram Tha, tercer libro del fin o fin de los tiempos e inicio de los nuevos. Estos volúmenes conforman el códice de Thaeok Gra: papiros antiguos también conocidos como «los manuscritos del Errante».
Siguiendo los dictados del Errante me he visto obligado a saltarme ciertos aspectos que, según el brillante y misterioso erudito, no son más que exageraciones literarias por gente que ni siquiera se ilustró a la hora de escribir un solo párrafo de la creación o tomada nota de las culturas que aquí aparecen. Así que podemos decir que nos hemos comido literalmente el barbarismo de la exageración, obteniendo una obra lo más fiable posible. Disculpas también, por no haber revelado más información acerca de los Zhoën. Intenté, sobre todo, ser lo más específico en lo que incumbe a la creación de esta mítica raza y el papel oculto que han mostrado hasta el tiempo de su desaparición.
Los años en la cronología de Menoïch han sido, sin lugar a dudas, el mejor reto para mí, el cual no hubiera logrado de no ser por astrólogos -nombrados en este libro-, acólitos de la biblioteca de Shadirind y Kitur, y al propio Errante. Creo, en lo personal, que los datos son muy precisos y que concuerdan con lo que ocurrió en realidad.
El libro de La Creación de Menoïch nace gracias al esfuerzo de miles de horas de recopilación histórica y estudios de viejos pergaminos y manuscritos en lengua Ar de antes de La Guerra del Odio, y muchos de estos volúmenes perdidos en la destrucción de los mortales: el olvido…