El Gialär es idioma hablado por los Gialzurgs: Zhogs,ElnaryZurgs. Es un idioma muy común entre el resto de razas además de tener un parecido muy similar al Menoïac. Debido a la gran expansión de los Gialzurgs por todo Menoïch no es difícil oírlo en los rincones más alejados y desérticos.
El Menoïac es una raíz del lenguaje madre que se usa de lengua común por todos los seres del mundo de Menoïch. Debido a su filología, es un lenguaje comprensible para el resto de razas y es usado para el comercio.
Desde el inicio, en la creación, las palabras han jugado un papel primordial para la vida de todos los habitantes de Menoïch. El lenguaje de la creación es el Ar, antiguo y secreto, cuyo legado nos ha llegado fragmentado como las semillas de un diente de león sobre el viento. Aun así, se ha podido averiguar y entender su significado gracias a los estudios de eruditos, magos y expertos que tras muchos errores y aciertos han ensamblado palabras para crear o transformar junto un catalizador poderoso: la magia. Por poner un ejemplo claro, los magos utilizan el lenguaje Ar para sus conjuraciones, así como los sacerdotes de la fe, los druidas o los trovadores. Es un lenguaje vivo, pero complejo, ya que no se han podido recoger textos completos de este idioma o su significado completo. Las únicas palabras compuestas que se recuerdan de la canción de la creación en lenguaje antiguo Ar son tres: Nevahi Saïel Tord; además de su escritura rúnica, las únicas que se conservan sin contar con las runas de poder Arhuatz, seis es ese caso. Los textos están guardados en el templo de Dah Toul, en las islas Kamohu, así como las únicas runas de este lenguaje. Se dice que el errante fue el que las transcribió y las cedió en el templo hace centurias.
Muchos eruditos se han preguntado si algún Zhoën se contagió con esta onda expansiva al fracturarse la piedra de Znaoïk, pero lo cierto es que la raza primigenia de los Zhoën abandonó la tierra de Menoïch gracias a su tecnología y artes mágicas para no volver. No hay registro que algún Zhoën se haya quedado en el mundo.
Su traducción aproximada es «esencia negra del honor Ur». Este lugar, ubicado en Shatodika, fue en las eras de la migración de los Sizna un territorio para los Ur. Se extendieron hasta el Sur, llegando al mar de Hien. Cuando los primeros Zhogs llegaron, encontraron las ruinas de la ciudad y muy pocos supervivientes que narraron que una bestia de pesadilla había destruido todo el lugar. Hay quien piensa que los sacerdotes Ur de Phaiak querían devolver al mundo de Menoïch a la divinidad Guaûak y que algo no salió bien. Después de asentarse sobre las ruinas, utilizando muchas de las piedras para edificar otra ciudad bautizándola como Sarum Sareok, vivieron en relativa paz durante años hasta que el suelo se abrió descargando la muerte por toda la gran urbe. Una gran bestia se alzó, bautizándola con el nombre de Vetha o bestia de muerte, y comenzó la aniquilación de quien osara desafiarle en la matanza de Aïllorat. El horror era tal que nadie podía verle de frente ni mucho menos mantener su vista fija en sus negros ojos. Fueron muchos los pueblos y aldeas que cayeron bajo sus poderosas garras hasta que un grupo de aventureros, entre ellos Pëndes, fueran los encargados de eliminar a la bestia por mandato de un monarca del Norte.
La rama Fenop sostenía la copa del lado oriental del gran árbol. En esta zona se concentraba la mayor cantidad de follaje, repleta de vida y fauna. Se cree que allí residía lo que después fue la totalidad de la fauna de Menoïch; de ahí que las Ghela-Op y los Emk-Op, siendo de pequeño tamaño, desarrollaron habilidades únicas que les diferencian de las demás razas.
Las Ghela-Op fueron las primeras en eclosionar de toda la fauna que habitaba en el árbol de Truak. Vagaron durante años hasta que los Emk-Op salieron de su letargo. Las dos, aun siendo de diferente raza, se complementaron a la perfección asumiendo el rol femenino para las Ghela-Op y masculino para los Emk-Op, pudiéndose reproducir en un ritual secreto y desconocido por el resto de seres vivos. Puede que ese fuera el destino que les aguardara o bien la madre árbol, en su sabiduría, les tuviera reservado este destino. Pero el problema llegó cuando el resto de animales llegaron, algunos desde la misma rama Fenop y otros de las distantes Dargarae y Sinak. Tuvieron que esconderse en huecos profundos y entre la maraña del espeso follaje para huir de los depredadores hasta que, cansados de tanto sufrir, pidieron a la deidad de la naturaleza Vuêk-va que les ayudara. Ésta no se inmiscuía en lo que la selección natural se refiere mas al ver a los desprotegidos primogénitos de Fenop, sin armas naturales ni posibilidad de defenderse más que ocultándose en reducidos espacios, se apiadó de ellos y les otorgó los dones que conservan hoy en día: a las Ghela-Op la habilidad de volar, con dos alas hechas de hojas del árbol perenne, y de hechizar a animales y plantas; a los Emk-Op el poder de desaparecer al instante, volviéndose invisibles a los ojos mortales, y la habilidad de imitar cualquier tipo de voz de las razas existentes a excepción de las voces de los hijos de Maëchand.
Fen-Gu: aunque no hay testigos fuera de las razas Fenop, las bodas realizadas por todas las razas provienen de los primeros lazos de unión de los Ghela-Op y Emk-Op, las llamadas “Bodas de savia del Árbol”.
Nacimiento de las Ghela-Op y Emk-Op:
Tras la unión de las dos razas tras el Fen-Gu ocurre un evento que sucede un año después de la copulación (evento secreto y del que nadie a parte de los Fenop sabe) nacen del pecho de las Ghela-Op varios capullos -de uno a tres, rara vez más- del que brotan los futuros Fenop. Hay la misma posibilidad de que nazca una Ghela-Op o un Emk-Op. En el principio de los tiempos, cuando los Fenop eran presa fácil para los depredadores, tanto el rol de «madre» lo podía hacer uno u otro sin importar el sexo, respaldada por la diosa Vuêk-va para garantizar la supervivencia de la especie.
Señora de la magia. Deidad neutra. Es la responsable que la magia pueda funcionar en Menoïch a través de los diez vientos que parten de Cergala. Magos y hechiceros le rinden homenaje. No participó activamente en la Guerra del Odio, pero sí que asesoró a los magos de Shadirind. Otros afirman que su morada está entre los muros de ese bastión.
“el símbolo de Enistîa son cuatro esferas insignias de los cuatro elementos: aire, fuego, agua y tierra que forman un rombo. En su interior un círculo, y dentro de él, un reloj de arena que simboliza la vida y la muerte en un ciclo sin fin cuyos granos de arena son invisibles”
Señora de la Naturaleza. Deidad neutra. También llamada «Madre de Menoïch». Los druidas, viajeros, exploradores y cazadores tienen veneración por la señora del atardecer. Los Sinak la consideran madre elemental y la nombran en sus ritos y festejos, aunque no es la única raza.
“antes de la destrucción del árbol de Truak, Vuêk-va no tenía ningún estandarte ya que su propio pendón era el árbol, pero tras de la caída de Vrialdor, los escritos del errante nombran el grito de dolor de Vuêk-va y su odio, mas después de este hecho la señora de la naturaleza sintió una enorme vergüenza y culpa. Una lágrima se derramó sobre la base del árbol emergiendo de inmediato, entre raíces y enredaderas de variados colores vivos y embriagadoras fragancias, un trono cuyo respaldo es la misma base del árbol. Quien se sienta allí tiene como visión el cosmos, el pasado y el futuro; y es usado como rito de iniciación a los druidas que ya han trascendido su cuerpo. Se dice que la misma Vuêk-va se encarga de realizar este rito para formar parte de la matriz de Menoïch. Los caídos por la causa de Menoïch se depositan allí en una ceremonia de siete días de duración sin descanso”
“el estandarte es la base del árbol y sobre éste el trono sobre una campiña verde y las siete estrellas en el firmamento cuyas enredaderas atan las dos lunas a los lados y en jefe al sol, y cuyas raíces se hunden en la tierra”
Guardián de las puertas de Zlecuria. Deidad benévola. Ligada a Lhoïok. Aunque es una deidad caída tras su sacrificio en la Guerra del Odio se dice que su energía viaja de vuelta de los planos elementales para volver a Menoïch, aunque se cree que su «alma» reside en el reino de Zlecuria. Es una deidad admirada por paladines y es nombrada en muchas ocasiones; sus plegarias no están lejos para ser contestadas ya que la esencia de la deidad está lejos, pero el poder se quedó en Menoïch.
“Clauok era representado por una espada vertical con la punta hacia abajo con el fondo de campiña. Cuando cayó en las Guerras del Odio su estandarte cambió por una espada rota en vertical dentro de un escudo redondo dorado”
Soberana de la sabiduría inabarcable. Llega a Menoïch acompañando a Ën. Junto a Sonmêk es neutral y no se decantan por la balanza del bien o del mal. Tiene un vínculo muy especial con Sonmêk que se complementan para llegar a la iluminación.
“Sonmêk y Voenkar se representan con una cruz de cristal. A cada extremo se sitúan el conocimiento contrapuesto al pensamiento y la razón contrapuesta a la sabiduría e intelecto. No son antítesis unas de las otras. Para magos y sacerdotes son deidades clave”
Soberano de la razón y el Pensamiento. Llega a Menoïch acompañando a Ën. Es una deidad neutral y no se decanta por la balanza del bien o del mal. Tiene un vínculo muy especial con Voenkar que se complementan para llegar a la iluminación.
“Sonmêk y Voenkar se representan con una cruz de cristal. A cada extremo se sitúan el conocimiento contrapuesto al pensamiento y la razón contrapuesta a la sabiduría e intelecto. No son antítesis unas de las otras. Para magos y sacerdotes son deidades clave”
Soberano del Mal, señor del odio y la destrucción. Responsable de la creación de Menoïch tras el intento fallido para entorpecer a Lhoïok, atrapado junto a su Némesis en El Errante. Se le rinde honor como los elementos del mundo de forma maligna.
“Tanto Lhoïok como Aon-ha son representados por un sol con dos caras unidas por la zona occipital, invertidos desde su base, de manera que nunca se pueden ver, siempre se buscan: uno de luz y otro de oscuridad. Cuando es propicio el estandarte y/o amuleto se coloca en la cara benévola, mayoritariamente de oro, mirando con el rostro hacia arriba; cuando la situación no es propicia se coloca en el reverso, tiznado de negro, que destituye la mirada benigna hacia los cielos; en equilibrio, los dos rostros miran a los lados con Lhoïok cara al Este, donde surge Shaik, el gran sol, y Aon-ha hacia el Oeste, donde se pone”
Ën “El Único”. – poder sobre poderes. No se le ha vuelto a ver desde que partió en busca de las entidades Lhoïok y Aon-ha. Hay eruditos que creen que su retorno sucederá cuando halle a quien se perdió en el olvido o cuando el mundo de Menoïch trascienda a otro plano. No hay raza o clase específica que rinda devoción ya que siempre se le considera una deidad neutra, pero poderosa. Se dice que en Zlecuria es el único lugar donde hay un templo en su honor.
“Ën no tiene una representación en el templo. De hecho, se le nombra como un eco del pasado que se ha transmitido de forma oral de generación en generación”
Lhoïok, Dios soberano de la creación, tuvo un pensamiento que al instante se materializó en un planeta sin vida y sin luz. Lhoïok lloró porque el pensamiento había creado un mundo sin explicación; no se podía decir que estaba allí porque no se veía, pero no se negaba su existencia ya que su presencia era la de Lhoïok. Pensó y halló una solución: buscar de entre sus sueños una ilusión, para que Menoïch, pudiera ser visto y sentido a la vez, para que los demás vieran con envidia que Lhoïok seguía siendo el señor de la máxima creación.
Pero no era completamente admirado. Aon-ha, soberano y señor del odio, de la destrucción y la envidia, descubrió los planes de Lhoïok de crear algo puro. De la indignación, el universo se tiñó de oscuridad. La oscuridad de Aon-ha. El Dios de la creación tras mucho buscar encontró algo que no pudo definir, algo que de entre sus mil sueños era único, algo que no podía explicar mas al soñarlo vio que era bueno y sus lágrimas distribuidas por millones de puntos sobre la oscuridad de Aon-ha se tornaron brillantes de alegría iluminando todos los rincones sin fin del universo. Aon-ha estalló de rabia.
El sueño fue materializado en algo palpable. En él brillaba la fuerza de mil constelaciones, de mil deseos diferentes, todos buenos. Lhoïok lo lanzó con su esencia de bondad contra Menoïch para que fuera puro y perfecto. Pero el señor de la destrucción acumuló toda su ira en forma de negro cometa y lo lanzó con toda su esencia de maldad contra Menoïch. De repente se cruzaron antes de tocar sobre lo que tendría que haber sido puro y bueno. Una gran explosión absorbió a las dos divinidades al interior de Menoïch, fundiéndose en una, compartiendo un sueño que durará hasta que el mundo deje de soñar. Sus cuerpos quedaron en el espacio invisible ante ojos mortales o divinos, esperando a que el día llegue y que el sueño termine.
De la gran explosión surgieron fragmentos de sueños que se hicieron realidad. Uno, el más grande, se alojó en Menoïch y el mundo cambió. Otro se fue para las estrellas y en llamas estalló, creando a Shaik, el sol, alimentando con su luz y su calor. Otros, gemelos los dos, se alejaron uno del otro y las lunas se crearon: Naegab, blanca una como nácar y la otra era Naêmk, fría y azul. De la más grande, Menoïch, cinco elementos salieron, tierra, mar, fuego, aire, y del último no se habló, puesto que del sueño de Lhoïok y Aon-ha se trata. Aquel sueño no murió, porque dicho está en el firmamento, que algún día Lhoïok y Aon-ha, los dos, del inicio y del final se hablaría y que la batalla nunca terminó.
La Llamada
Cuando todo ocurrió, vino un gran silencio. Pasaron interminables ciclos de tiempo hasta que fue escuchado el silencio que actuó como llamada para los Dioses soberanos. Tres vinieron; eran entidades superiores, Dioses para muchos de los mortales, para otros iguales, aunque no inferiores, mas su poder estaba muy por debajo de los Soberanos que ahora dormían: Clauok, Divinidad suprema del Bien y guardián de puertas de Zlecuria;Lean- ha Dios supremo de la Maldad y portador de la llama negra de Narnaetok; y, por último, y no menos poderoso, Anoïk señor de la Guerra, guardián de La Balanza de Zhasluon y Juez del equilibrio Eterno.
Al llegar vieron a Menoïch de una forma que no podrá ser vista jamás, en su máximo esplendor. A los ojos de las divinidades, fuera de cualquier ojo mortal, Menoïch manaba poder por todas partes, pero era así como lo veían ellos, ninguna persona podría describir lo que fue, antes se ahogaría en sus propias palabras al intentar ni siquiera explicar un ápice de luz de la creación.
La Luz de la Creación, un poder fuera de lo corriente y limitado para todos excepto las divinidades Soberanas y el Dios Ën, el Único, debe ser utilizado con sabiduría y conocimiento. Lo que se pretende es crear, no destruir, aunque en esta ocasión el sueño se convirtió en pesadilla para muchos.
Las tres divinidades contemplaron durante mucho tiempo, pero ¿Quién lo había creado? Miraron a su alrededor y vieron una interminable sucesión de estrellas infinitas en el universo imperecedero, un espectáculo digno para una entidad. Anoïk decidió comunicarle a Ën del sorprendente hallazgo. Fue a su búsqueda; tardarían cientos de años en volver.
El tiempo pasó, el silencio llegó a oídos de otros. Esta vez aparecieron dos nuevas divinidades. Éstas, independientes a los rangos celestiales, mantenían una fuerte alianza con las fuerzas del universo. Llegaron las dos, Vuêk-va y Enistîa y se maravillaron de lo que vieron y sintieron, una multitud de colores y poderes que se podían tocar y saborear, se sintieron atrapadas como un insecto a la tela de una araña, en verdad el inicio de la creación fue algo que pocos sintieron.
Vuêk-va, entidad de la naturaleza viviente, fue seducida por el poder de Menoïch mas vio que había desequilibrios entre los elementos de vida, sobre todo sobre el elemento del Espíritu; su poder era inmenso y fluía de todas partes, pero sobre todo de un ser que caminaba por terrenos que nadie antes había pisado, cuya única pertenencia consistía en una túnica carcomida por el fuego, pero a su vez limpia y fría como el hielo. Las demás divinidades no le dieron respuestas que pudieran satisfacer a la poderosa señora de la naturaleza, pero le dijeron que si quería mandar sobre dichos elementos antes debería demostrar pleitesía a los Dioses supremos que allí había. Difícil decisión, ya que ganas tenía y sin pensar más en errante o caminante accedió a demostrar obediencia.
Enistîa Diosa de la magia vio un poder al cual podía dar forma ¡y que forma! Podía crear y destruir, alterar e invocar, un poder fuera de los límites de lo conocido y ahora la oportunidad a sus pies, tal vez jamás volvería a sentir o soñar una creación así, tal vez ésta era la oportunidad; y sin más, accedió también la poderosa señora a rendir respeto… Pero no todos ellos eran ignorantes de la auténtica verdad: el señor del Mal Lean- ha sabía de Aon-ha y de los planes que incluía desbaratar la creación de Lhoïok. Ocultó esa verdad para que nadie lo supiera. Así traicionó a Aon-ha; él quería el poder absoluto y lo extraería de Menoïch, escudriñando en las entrañas de los Dioses soberanos.