El mundo de Menoïch
33º Relato

No son más que….

– Pesadillas, sólo son eso. No debe usted hacer caso de algo que provoca el cerebro.

– No son pesadillas, doctor: yo no puedo dormir….

Hunk era un prestigioso psicoanalista en el campo de los sueños. Dirigía un equipo médico en el hospital de Bromch, a las afueras de la ciudad de Mahkra. Hacía menos de un año que los casos de parálisis del sueño y trastornos derivados de crisis de pánico nocturna crecían a un ritmo alarmante. Se tuvo que crear nuevos departamentos y lugares donde tratar y alojar a los enfermos. Éstos últimos eran sombras que no hacía mucho fueron seres humanos, mas ahora deambulaban sin rumbo por los largos corredores, cabizbajos, con los hombros caídos y arrastrando los pies como si soportaran una pesada carga.

Informe al ministerio de salud y comité de bienestar nacional sobre los casos de psicosis masiva en la población de Mahkra

En los informes de febrero y marzo se constató la falta de medios y los rotundos fracasos con los tratamientos convencionales, así como la nulidad de las técnicas más pioneras del resto del país. Paralelamente, y contra todo pronóstico, la salud física de los enfermos mejora e incluso patologías como la diabetes o la dislipemia desaparecen, teniendo que suspender los medicamentos orales; no obstante, las dosis se cuatriplicaban al suministran nuevos fármacos contra el nuevo mal que asola al mórbido.

Por extraño que pareciese, ninguno de los enfermos muere por cansancio extremo, llevando semanas sin poder cerrar los parpados y con una hiperactividad ocular en estado de reposo total. El paciente no puede moverse, pero sus facciones se contaren en rictus horribles, presenciando sombras en vigiria como así lo atestiguaban al poder hablar y/o moverse.

El rostro demacrado y la caída de cabello es común en ambos sexos, creándose una pátina de grasa en pómulos y alrededor de las orbitas oculares. Las resonancias magnéticas, con y sin contraste, muestran lesiones en la zona occipital y parietal derecha, sin afectación a ninguna de sus funciones básicas. Los neurólogos no dan explicación a estas imágenes y el asombroso patrón que se repite en cada uno de los recién llegados. La edad es indiferente, si bien los más jóvenes son los que más la padecen.

Todo evoluciona muy rápido, demasiado para poder hacer un análisis clínico del problema o, tal vez, los gobiernos no asumen el gasto sanitario necesario para esta plaga: imploro su ayuda para subsanar esta carencia.

La noche del treinta de abril comenzaron los casos entre los empleados y sanitarios del centro. Sara Ammi, médico especialista en psiquiatría y jefa del laboratorio de muestras, dio síntomas en plena noche, antes de terminar la reunión. Los alaridos de pánico se escucharon por toda el ala Este del recinto. Fueron necesarios cuatro agentes de seguridad para poder contenerla y asilarla en una habitación habilitada para los pacientes psiquiátricos más violentos. Al día siguiente, Sara se había arrancado los ojos con los pulgares mientras que repetía entre quejosos lamentos: sombras con ojos blancos, tres dedos que arañan… sombras de ojos blancos….

No pudimos hacer nada por ella. Falleció debido a la hemorragia provocada al intentar seccionarse la lengua con sus propios dientes. La policía judicial aseguró que nuca vio escena similar. Los chicos de mantenimiento tuvieron que desmantelar toda la estancia, ya que el hedor de sangre se quedó pegada al suelo y paredes acolchadas.

Fin del primer informe. Día 2 de mayo del 1952. Doctor Hunk Manix.

¿Qué ocurre cuando las pesadillas se vuelven realidad? ¿cómo diferenciar la realidad del sueño?
29º relato

Recordando el pasado

Las cenas familiares son un mierda cuando salen los temas de política, pero, además, en España se trata con mayor énfasis, vomitando bilis a gogó por este u otro color.

Eustaquio escuchaba en un rincón cerca de la chimenea cuyo fuego crujía en aquella fría noche de invierno. Aunque le hubiera gustado ver a sus bisnietos no lo hubiera podido de ninguna de las maneras. Su ceguera fue un duro golpe para él como carpintero y persona dada a leer novelas de Estefanía. Pero aquella noche se sintió terriblemente indispuesto al empezar la discusión. Se levantó y peregrinó los escasos metros que le separaban del fuego haciéndose en un rincón donde los pequeños, ajenos a aquellos estériles debates, jugaban tranquilos.

— Eres un facha de mierda ¡Votar a ese partido de asesinos!

— El que fue a hablar. Te recuerdo que los tuyos provocaron un golpe de estado a la República, a ver si te enteras.

— Mira quién fue a hablar: «consejos doy que para mí no tengo…» ¡Fascista!

— ¿Me vas a meter en una «checa»?

Lo curioso de aquella escena es el silencio que se levanta alrededor de los monologuistas. El resto de la mesa aguanta estoicamente con silencio y vergüenza, más o menos al cincuenta por ciento una de otra, acompañada de un mal rato inolvidable: ¡Qué bonitas fiestas!

— Calla, que sabrás tú.

— ¿Y tú? ¡Si ni siquiera has hecho la mili!: Cobarde objetor.

¡Ah, sí!, perdonadme por no hacer las presentaciones. Los dos contrincantes eran primos de parte de padre, nietos del pobre Eustaquio. El anciano tuvo la desgracia de ver como sus dos únicos hijos morían antes que él. No creo que exista nada peor para un padre que esa experiencia.

— El único que ha hecho la guerra es el abuelo. ¡Cuéntanos yayo!, ¿Con quién estás? Tú hiciste la guerra con Franco ¿No?

El anciano levantó el rostro sin percibir más que sombras difusas. Nunca hablaba de aquel período; sólo recordarlo le suponía un dolor que le desgarraba el alma. De repente las sombras se volvieron luz y de los borrosos rostros aparecieron todos aquellos que en su vida partieron antes que él, incluido a muchos de los que murieron en la guerra: hermanos, amigos…

— Hice la guerra con Franco, porque no me dejaron decidir — dijo con voz pausada—. Pero de tener elección no me hubiera ido con ninguno… Cuando estalló la guerra hacía el servicio militar en Ceuta, y los que no lo hacían eran reclutados a la fuerza, independientemente de la edad que tuvieran; arrastrados por uno u otro bando a la muerte. Si no te unirás te fusilaban. Yo he matado a muchos así, en la retaguardia. ¿Sabéis lo que es disparar a alguien que te mira fijamente a los ojos momentos antes de apretar el gatillo? Cuando matas dejas una parte de tu alma allí. Después cavas una zanja y echas a aquellos desdichados de cualquier manera, peor tratados que a los perros.

El comedor se volvió un lugar gélido y silencioso. Sólo los sollozos de Maite, una de sus nueras y madre de uno de los contrincantes, se escuchaban en la soledad.

— Después — continuó colocando una mano sobre la otra, apoyada en el recibo bastón —. Caminas horas y horas sintiendo el olor de la muerte. Por aquel entonces yo veía muy bien, era un buen fusilero, pero prefería mirar al suelo. La vergüenza hunde los hombros y no quieres ver ni oír nada a tu alrededor. Muchas noches — dijo colocando la punta del bastón cerca de su garganta—. Me colocaba el extremo del fusil dentro de la boca y con el dedo gordo del pie, cerca del gatillo, deseando acallar los ruidos de los disparos, los cañones que machacaron Belchite, las orillas del río Ebro…

Sintió una pequeña mano acariciando su cara. Era la pequeña Paula que tocaba aquel duro y arrugado rostro humedecido por las lágrimas.

— ¿Por qué lloras yayo?

— Nada, nada… Estoy cansado y tengo sueño ¿Me acompañas a la cama? Yo no veo y…

— ¡Te acompañamos!

Los niños, ¡qué gran milagro de la vida! Todos sus bisnietos dejaron los juguetes y acompañaron al anciano rumbo a su cuarto, pero antes de retirarse se volvió a los presentes y dijo:

— A vuestros padres no les hubiera gustado esto, así que dejar por un día vuestras diferencias. Ojalá otros hubieran tenido la oportunidad de hablar en lugar de matar… hoy en día tendrían descendencia, cosa que muchos no saben apreciar.

Espero no ofender con este relato, pero si, por algún casual lo hago, creo que el problema que sufrimos en este país es más grave de lo que me temo.

Espero no ofender con este relato, pero si, por algún casual lo hago, creo que el problema que sufrimos en este país es más grave de lo que me temo.
24º relato

El alma humana

— Mi Sargento, creo que por aquí no es…

— Calla Gut, me tienes hasta los…

El grupo llevaba de maniobras más de lo esperado o lo deseado. Decir que era una compañía sería mentir (eran cuatro) por lo contrario eran la escuadra de zapadores número tres encargadas de vigilar la frontera con el reino vecino: Sauslavia. Lugar horrible, rodeada de gente horrible y de sus niños horribles. Todo era mal, o por lo menos eso les habían dicho.

Caminaron por una trocha dentro de una hondonada, que más parecía una trinchera: humedad, insectos y agua hasta las rodillas.

— Mi Sargento, tenemos hambre.

— Y que quieres: ¿Parar aquí para hacer un picnic? Tenemos una misión que cumplir y deja de fumar que nos delatas, coño.

Hubo un ruido que los alertó. Tuts, el sargento, dio el alto levantando imperiosa y cómicamente el puño. Raudos se colocaron a la derecha asomándose cuidadosamente para ver si había movimiento enemigo.

Por la maleza asomó cuatro cascos puntiformes. Allá, a escasos metros había un jabalí, no muy grande, pero entraba dentro de lo comestible. Los estómagos rugieron como León en cueva, si bien parecía que el eco resonaba en toda la profunda senda…

— ¡Ay Sarge, que hay un puerco espinao!

El grupo de zapadores se quedó inmóvil. Pase lo del crujir de tripas e incluso el chasqueó de boca ante jugosa presa, pero lo de «Sarge» era pasarse. Todas las miradas se depositaron sobre Buk, un joven de la zona oeste de Patántur, una población cuyo acento era desesperadamente parecido e irritante a la par.

— Oye, oye, que no he sio yop.

— ¿Yop?

Otra voz resonó en el lugar, esta vez los presentes estaban cien por cien seguros de que no habían sido ninguno de ellos. Se giraron a la izquierda viendo con sorpresa que otro grupo había hecho lo propio en dirección contraria encontrándose tan estupefactos como los recién llegados. Era cuatro, de ancha indumentaria color caqui y cascos ovoides con una pequeña pluma blanca asomando a modo de flequillo al viento. Hubo un tenso silencio mientras que el jabalí/cerdo espinoso, saltaba grácil entre el pequeño precipicio y se puso rebuscar al otro extremo entre el fango en busca de raíces o de algún fruto semi enterrado.

— zafarrancho de combate —gritaron al unísono los Sarge’s mientras que unos u otros intentaban sin éxito colocarles en algún lugar de aquel estrecho pasillo embarrado.

— ¡Sus mato harapientos del Este!

— ¡Tus muelas apestosos del oeste!

Los fusiles se pusieron en posición alrededor de los oficiales si bien apuntar se había complicado con las bayonetas bailando a escasos centímetros de uno u otro oponente acompañado de todo tipo de insultos cada cual más original: cerdos, patán con patas de vieja, animal que no sabe volar y anda mareado ¡Paloma lo será tú!, Etc. Los Sarge’s permanecían inmóviles, cabeza alta, tanto o más que su altivez mas el sudor caía copiosamente por su rostro, no por el enemigo sino por las afilados bayonetas de sus propios hombres que pasaban peligrosamente cerca de su rostro y entre pierna.

— En nombre del reino de Chucapadre: ¡rendíos!

— ¡Te rindes tu batracio de color mustio! —añadió el contrario.

La cosa continuó interminables segundos, pero nadie se percató de que dos fusiles se habían retirado sutilmente de su posición. Todo hubiera terminado mal (o en tablas infinitas) mas un estruendo sonó en el valle acompañado de otro.

— ¡Le di!, tu mala puntería primo.

Los Sarge’s se quedaron de piedra, así como el resto de hombres que dejaron de menear las armas. Ambos se miraron el cuerpo en busca de herida alguna, pero no vieron ni sangre ni el típico boquete que te deja un perdigón de onza y media.

— ¡Jodo, casi le di!, pero bueno por lo menos ha caído.

Los que estaban dentro de la trocha asomaron con cautela en dirección donde venían las voces. Dos soldados, cada uno de un bando, habían dado muerte al jabalí/cerdo espinado mientras que contentos y felices uno ya estaba preparando una hoguera y otro descuartizada la pieza. Volvieron a resonar los ecos del hambre y ahora, fueron el resto de soldados los que abandonaron la posición en pos de sus compañeros que celebraban la fortuna por cazar al animal.

Los dos oficiales no dejaban su posición mas también miraba con ojos golosos y con la boca hecha agua el trofeo. Uno de ellos, el de la pluma blanca que no dejaba de soplarla para que ésta no se le metiera en el rango de visión, habló:

—bueno, creo que tablas hay ahora sí. Creo que sí tablas tú también y eso…

 Amanecer frío, caliente guiso, me pongo como el Kiko y tú también, aunque no más ¿Hecho?

El sargento procesó todo aquello lentamente a la par que envainaba el sable y estrechaba la mano tendida por el sarge de Sauslavia.

La comida fue bien, y un jabalí para ocho es buena comida y mejor siesta. Luego, con las confianzas empezaron a compartir cuentos, relatos de su tierra, dibujos de sus respectivas mujeres y niños, sin desestimar alguna que otra lágrima.

Los Sarge’s permanecían sentados cerca de un gran castaño mientras veían un partido de fútbol tres contra tres, sin saber quién iba uno contra el otro o si había portería alguna… ¡Que importaba!

— Y bien ¿A dónde ibais? — añadió el sargento acercando un pitillo liado a su compañero y, hasta hacía poco, adversario.

— Vamo por ahí, de lao a lao, cuerda a cuerda y nudo. Mucho gastar suela y poco sueldo. Mucho frío en cuerpo y más en alma… Lejos de casa, de familia, de amigos… — bajó la cabeza recordando aquella época donde todo era más simple y no había rivalidad. Donde unos u otros eran una sola nación hasta que alguien decidió trazar una línea en el mapa dividiendo uno u otro lugar con diferentes nombres. La aldea de los dos primos y soldados estaba a escasos metros, pero habían levantado un muro tan alto que tuvieron que colocar las cosechas lejos de este, ya que la sombra, y la vergüenza, hacían que nada creciera en aquellas fértiles tierras. No ganaban nada, no tenían nada, sólo unos pocos conseguían dinero por tal vil acto de separar y de dividir a la gente.

— Bueno, nosotros también estamos así. Te propongo una cosa: nosotros continuamos dirección contraria, volvemos a casa y diremos que no hemos visto nada.

El Sarge de Sauslavia sonrió mostrando una ristra de dientes blancos.

— Trato hecho… hermano.

Dedicado en honor a aquello valientes que hicieron lo que todos deseamos en la tregua de navidad en el año de 1914. Por desgracia creo que el cuento, relato o historia no ha calado a todos aquellos que siguen lucrándose con la muerte ajena.

16º relato

Nos aterra…

—¿Cómo lo vamos a hacer?

La pregunta quedó en el aire. El despacho era muy amplio y luminoso. En el centro había una larga mesa negra, y dentro de la misma, una talla que representaba a la perfección una estrella de trece puntas. Cada una de las puntas acababa en los extremos de la mesa donde trece humanos aguardaban sentados. Uno de ellos, el más joven y visiblemente inquieto, volvió a hablar:

— Tengo problemas en mi departamento. No sé cómo enfocar la propaganda armamentista para la campaña en el Este de Europa.

— ¿Cómo? Pues como siempre —contestó un hombre menudo y de escaso pelo situado frente él—. Contratemos a las empresas de publicidad adecuadas para echar una mano, como hicimos en la primera guerra de Irak, la de Kuwait ¿Os acordáis? La niña iraquí…, creo que se llamaba Nayirah, que habló al público para rogar que los EEUU entrarán en el conflicto. Fue genial, y eso que esa niña ni había pisado Irak. Todo muy bien orquestado. La verdad, y justo esa es la clave, en la actualidad se sabe que aquello fue un montaje y ¿ha pasado algo? ¿Ha habido alguna clase de represalias contra nosotros? ¡Qué obra maestra del engaño! Aún recuerdo los videos de soldados iraquíes disparando por la espalda a mujeres y niños cogidos de las manos ¿Os acordáis? Todo un montaje, una patraña, aún más real al hacer aquel reportaje que destilaba ese tufo patriótico.

El sonido de alguien esnifando resonó en toda la sala. La coca iba y venía como siempre. Buen material traído de Sud América, o como ellos lo llamaban: su Narcofarmacia. El tráfico de drogas y armas era altamente conocido entre los peces gordos de la asociación. Eso y la Black Water como trabajadores y sicarios para hacer lo necesario en el lugar más inaccesible; no en vano el gobierno yanki había provocado golpes de estado en países democráticos en Sud América para beneficio propio, cómo siempre.

— ¿Y el pueblo? ¿La gente llana? ¿Esos no dirán nada?

— ¿Que? ¡Harán lo que les digamos, coño! En Norte América tenemos más de 37 millones de pobres, muchos viviendo en las calles y tienen su bandera en el carro de la compra o bien ondeando en su mugrienta tienda de campaña. ¡Harán lo que les diga la publicidad! Y ahora calla, me estás poniendo nervioso.

Frank era una persona peligrosa cuando se enfadaba y Bill lo sabía. Éste prosiguió en tono conciliador:

— Eres muy joven para lo que tratamos de explicarte. La propaganda lo mueve todo. ¿Fake News? Ja, ja, ja. Esto viene de viejo, niño. Seguro que no sabes la historia del SS Maine, el barco que hundieron los españoles en la Habana. No hay ninguna prueba de que lo hicieran ellos, es más dieron cobijo y primera asistencia a los supervivientes. En cambio, William Randolph Hearst, el sensacionalista, acusó en su periódico directamente y sin pruebas a los españoles, y a nosotros nos fue realmente muy bien, y así le declaramos la guerra con el pueblo a favor. Le arrebatarnos las provincias de ultramar entre ellas Cuba: nuestro puticlub particular.

— Pero entonces: ¿Qué fue lo que provocó la explosión del acorazado?

— Puede que las calderas, o… ¡Cállate de una puta vez! ¡Nosotros hacemos las preguntas, nosotros fabricamos las putas respuestas mocoso de mierda!

Frank tuvo que ser contenido por dos socios ya que sacó el arma de la cartuchera oculta en su tobillo. El joven Drake tuvo que abandonar la sala al perder los nervios y la función de los esfínteres.

— Nuestro nuevo compañero es un poquito blando ¿No os parece? —Bill destapó el bote de Valium metiéndose un par de capturas que empujó hasta el estómago con un buen lingotazo de bourbon añejo.

— Es muy joven para liberarlo, no ha aprendido nada. Hay que tener paciencia.

— Aquí la paciencia no tiene cabida.

Hubo un silencio aterrador. El sillón número 13, que presencia la mesa habló. Él casi nunca hablaba y cuando lo hacía su palabra era ley. Prosiguió:

— La paciencia es sinónimo de esperar y aquí no esperamos nada ni a nadie—. Con un leve gesto de cabeza, dirigida a uno de los once guardaespaldas que protegían la velada, ordenó al sicario que partió rumbo al lavado ante las miradas silenciosas del resto. No tardaron en escuchar el golpe y el forcejeo de alguien que lucha por sobrevivir. La cuerda de piano es efectiva para que la víctima no grite, pero puede alargar durante minutos su agonía. La reunión continuó con el hilo musical de los gorgoteos y los zapatos arañando la pulida superficie.

— Si no recuerdo mal — prosiguió el viejo Duck— Nayirah al Sabah, era la hija del embajador de Kuwait en EEUU. Ella se formó en una empresa de relaciones públicas para su discurso… Contratar a esa empresa, si es que existe en la actualidad, y en el caso contrario buscad las raíces de esa empresa. Con los recursos informáticos que disponemos será fácil encontrarlos. Bien: doy por zanjada está reunión. Cada uno a lo suyo y recordar: una mentira contada mil veces acabará siendo verdad. Nosotros representamos el futuro, no lo olvidéis.

Duck abandonó la sala en su silla de ruedas electrónica ante la comitiva que se puso en pie en señal de respeto aún con el sonido amortiguado del joven que estaba siendo estrangulado. Cuando se cerró la puerta de doble hoja de ébano se sentaron y, para qué negarlo, respiraron con alivio. Siempre ponía nervioso a la gente y no era por su poder, sino por eso ojos despropósitos de vida, más cercanos al muerto que la vivo.

Bill, tomando la iniciativa y coincidiendo con la salida del sicario que se había lavado concienzudamente las manos en el lavabo, dijo:

— Bien, ya sabemos lo que hay que hacer. Si nadie dice lo contrario me quedaré con el departamento del joven que ha pasado a mejor vida, al menos hasta que captemos a otro más sagaz y con menos escrúpulos. Bueno, felices fiestas a todos y que Dios os bendiga.

Tenemos familias y con ello el compromiso de hacer un mundo mejor. Pero ¿Qué pasa cuando los gobernantes son unos auténticos bastardos?
11º relato

En un mar de incertidumbre

Aún puedo sentir el olor del atardecer de mi patria, el color de los olivos, la risa de los niños jugando en la planicie que nunca más volveré ver.

Navegamos a nuestro destino por mandato divino. Agamenón toma el mando jurando que Zeus le habla en sueños y cuya ayuda será determinante junto a Poseidón y otros dioses del Olimpo. Yo no sé qué creer ya: o es por los dioses o es por Helena ¿O todo a la vez?

El destino es igual de peligroso que este mar tan tranquilo como inesperado y cruel. Atravesamos el Mesogeios Thalassa rumbo a una tierra cuyas gentes están dispuestas a luchar hasta el final. Tomar esa ciudad será una pesadilla que a muy seguro nos llevará años si no tal vez más.

A mi lado viaja un guerrero de gesto serio y risa atronadora: Áyax, el Grande, es hijo de Telamón y Peribea. Es un titán de dos metros y cuya constitución los dioses quisieron comparar con el mismo Heracles. Odiseo bebé vino mientras observa la belleza del mar, sin poder reprimir cierta nostalgia por Ítaca, su tierra.

Llevamos días en el mar sin más compañía que nuestros barcos y la superstición de los marineros que parecen eludir ciertas rutas, como sí, en el abismo insondable, hubiera criaturas del Hades dispuestas a devorarnos.

A unas naves de distancia se vislumbra la figura de Aquiles, el grande, y muy cerca de él, Patroclo. Los hombres tienen la moral alta, supongo que, por estos legendarios luchadores, pero la mayoría de la tropa es joven y no han visto tanta masacre como yo, algo más viejo y sereno en mi experiencia; veremos si darán la talla cuando pisen la costa. Allí, cuando el enemigo caiga sobre nosotros, se verá el valor y la dinastía que tanto suelen eludir llamando a los dioses para traer sus favores. No saben que el enemigo es fuerte, recio y lucha por su tierra. Troya será una bonita tumba para muchos y una gesta para los poetas cuando cambien el horror por el honor.

El rey Príamo no nos lo pondrá nada fácil. Ese viejo tiene redaños y sabe cómo infundir valor a los suyos, así como sus hijos Héctor y Paris. Héctor es un guerrero, tan hábil como fuerte y astuto, será difícil socavar la voluntad, ya que las guerras no se ganan sólo por la fuerza y la destreza: si no con estrategia y una buena dosis de paciencia. Eneas, en ese mismo sentido, es una fuente de problemas para nosotros, ya que se dice que desciende de la mismísima diosa Afrodita.

Hace años que llegamos a Troya y el asedio es peor de lo que esperábamos. Años de cruel asedio, enfermedades y mala nutrición. ¿Y los dioses? Si en verdad han urdido algún plan estoy seguro que se lo guardan: serpentean sus envenenados consejos en los oídos de uno u otro oponente. Los dioses son crueles y les gusta tanto el valor como el sufrimiento.

Hoy se me ha encogido el corazón: Aquiles y el rey Troyano Príamo han pactado una tregua para poder llorar la muerte de Patroclo y Héctor. Aún hay algo de honor en toda esta maldita sinrazón. Me siento más fuerte y la vieja sangre vuelve a mí. Serán once días de luto, pero después volveremos a la guerra.

Estoy herido de muerte… Justo a las puertas de Troya. Un guerrero, un guardián ha sido mejor soldado que yo… Le felicito. Ojalá nunca pierdas la fuerza y otorgues a tu mujer muchos descendientes con tanto valor. Yo por mi parte dejo este mundo rumbo al Hades, destino que observo rodeado de gritos de horror, fuego y sangre… La misma poesía que siempre me ha acompañado desde que era un niño y dejé mi tierra.

Una batalla épica en un lugar del que se creía leyenda. Troya nos ha fascinado por sus historias. Aquí os traigo una de ellas.
9º relato

Privadas

«La ropa sucia se lava en casa», dice el refrán y nosotras hacemos lo propio. Nuestra agencia es única y es totalmente legal: nadie nos puede acusar de lo contrario y con experiencia en el sector. Nosotras acompañamos cuando es menester y los secretos de nuestros clientes se quedan a buen recaudo»

—¿Qué decís querida? ¿Qué un muerto no necesita compañía? Ja,ja,ja… que equivocada estás. Todos tenemos la necesidad de un último viaje hacia el destino que se te haya asignado y no es poca faena, créeme, dirigir a tanta alma.

» Es verdad que desde que trabajamos en esto la humanidad ha crecido en número, pero nos hemos adaptado a las nuevas tecnologías y tenemos acceso a perfiles e historias en las redes sociales para encajar bien con el perfil. ¡Los he visto de todas las maneras y de toda condición y religión! Ni te creerías la de adeptos a la fe que consiguen un billete hacia un lugar nada acorde con sus creencias, pero así son las cosas.

» Veo por tu curriculum que siempre te han gustado la mitología y los ritos mágicos… ¡además de ser quemada por bruja en una de tus vidas pasadas…!, que interesante. Bueno, ¡bienvenida a bordo! No hace falta que me lo preguntes: aquí no hay ningún hombre. Las valkirias son mujeres y aquí las leyes de género no tienen cabida, supongo que sabrás el por qué, ¿no?

» Comienzas ahora, tus jornadas se habitúan a los turnos establecidos para ayudar a todo aquel que caiga en combate. Sólo se pueden llevar a dos lugares: Valhalla y Fólkvangr, no te confundas de lugar, que los señores de esas casas no tienen buen sentido de humor, sobre todo Odín; Freya es más accesible, pero no te quedes allí mucho tiempo o quedarás atrapada para siempre en su embriagador aroma.

» ¿Los cristianos? ¡Esos van a otra parte, tú no te líes y céntrate! Nosotras no nos metemos en otras religiones y ellos tampoco en la nuestras. Oye, aquí el trabajo es muy importante así que nada de fallos en tu primer día. Pégate a una veterana e intenta aprender bien de sus habilidades. Cuando acabes ven a verme y hablamos del tema con una buena jarra de hidromiel ¿vale? Pues nada, al lío que la batalla ya ha empezado y los muertos no tardaran en llegar. Al principio habrá pocos, pero al final… ¡por el cosmos!: Los perdedores corren mientras que son masacrados por el bando ganador. ¿El honor?, pero ¿tus cuantas batallas has presenciado?

8º Relato

De nuestras vidas

Aquella terrible noche no hubo más canciones o relatos que narrar, sólo el vacío entre el barranco y la oscuridad de la noche alumbrada por la luna menguante.

Corría el año de nuestro señor de 1067 en las inmediaciones de Al-Qasr. El gobernante, Jalaf Ibn Rasid, era un ser déspota y cruel que no respetaba ni a su pueblo ni a sus vasallos, reclamando a las doncellas vírgenes para sus propios y oscuros placeres y así, deshonrarlas de por vida. Malo era enfrentarse a él, pero peor era el pecado de estar enamorada de un soldado de su guardia; que decir de ser el musulmán y yo cristiana. Tal vez ese era nuestro castigo de cara a Dios por nuestro atrevimiento, pero ¿Qué Dios? ¿Cuál de ellos? ¿Los dos… el mismo? Las miradas estaban llenas de odio, las lenguas afiladas y envenenadas. Fuera de mi casa me hallé en el desamparo de la noche mas él me recogió en su regazo. De escondidas nos veíamos, de hurtadillas nos besábamos y alojada en el barranco yo malvivía soñando una vida negada.

Cuando la señal de la traición, necesaria en aquel lugar, asomó por la ventana la cabeza mutilada de Jalaf Ibn Rasid cuya joven había decapitado con su propia espada. Los cristianos atacaron con fiereza y odio acumulado por lo mucho que se hizo en el pasado; de nada varían las palabras, nada se pudo hacer. Los soldados que quedaron, antes de deshonrados o torturados, arrojados al barranco al anochecer con sus caballos… y yo junto a mi amado volé en su regazo, preparados a nuestro destino cruel. Mejor morir en el momento que vivir en el martirio, mejor ser libre y tener que perecer… sin ni siquiera el consuelo de ver a Dios al otro lado, al menos la muerte unidos nos ha atado.

En algún lugar del río Vero, Alquézar, día de la reconquista del castillo por Sancho Ramírez, hijo de Ramiro I y primer rey de Aragón.

En algún lugar del río Vero, Alquézar, día de la reconquista del castillo por Sancho Ramírez, hijo de Ramiro I y primer rey de Aragón.