El mundo de Menoïch
Fenär

El lenguaje de los Fenop: los Emk-Op y las Ghela-Op es el Fenär. Aunque pueden hablar todos los idiomas (a excepción claro está del Dargär) es más difícil que otra raza conozca este idioma ya que por fuerza mayor ha tenido un vínculo más cercano que el resto de razas; Los Fenop son muy reservados y huyen del resto de los seres vivos, rara vez se lanzan a la aventura o abandonan su bosque a no ser por necesidad. Es sumamente raro que otra raza pueda aprender su idioma, casi imposible escribirlo.

Gêleko

Son muy parecidas físicamente a las Ghela-Op, pero su cuerpo está cubierto por capas de pétalos de flores de distintos tamaños y formas. Les une la característica del cambio de color cuando sufren algún tipo de alteración en su ánimo. A diferencia de sus creadoras las Gêleko no tienen alas, pero pueden viajar impulsándose hacia los cielos en una danza en espiral para después planear fuera del alcance de enemigos o para trasladarse de árbol en árbol. Son muy escurridizas y no se dejan ver con facilidad. Los ojos están adaptados para ver tanto en la luz como en la oscuridad, aunque son seres diurnos y muy esquivos; no obstante, les encanta hablar y cantar cuando alguien está cerca, disuadiendo cualquier tipo de agresión a su persona (muchos herboristas atraviesan el bosque en busca de plantas y flores curativas confundiendo el aspecto de éstas con las Gêleko).

Poseen el don de la persuasión y son capaces de lanzar una pequeña cantidad de conjuros de forma innata.
Tercer Don: Pueden adoptar a voluntad cualquier forma de Sagil, Kotelnuk o Grîmtean.

Descendientes Fenop o Fenvue

Las dos razas Sizna, o Fenvue, poseen dones extraordinarios. A diferencia de la mayoría de razas que resistieron la Noche de la Vil oscuridad, tanto las Gêleko y los Uteleko, así como sus matrices Ghela-Op y Emk-Op, no sufrieron ningún dolor o trauma derivado de este episodio de creación. Heredan el rol femenino/masculino al igual que sus reversos, aunque poseen sus propias reglas y cultura.

Razas Fenop

La rama Fenop sostenía la copa del lado oriental del gran árbol. En esta zona se concentraba la mayor cantidad de follaje, repleta de vida y fauna. Se cree que allí residía lo que después fue la totalidad de la fauna de Menoïch; de ahí que las Ghela-Op y los Emk-Op, siendo de pequeño tamaño, desarrollaron habilidades únicas que les diferencian de las demás razas. 

Las Ghela-Op fueron las primeras en eclosionar de toda la fauna que habitaba en el árbol de Truak. Vagaron durante años hasta que los Emk-Op salieron de su letargo. Las dos, aun siendo de diferente raza, se complementaron a la perfección asumiendo el rol femenino para las Ghela-Op y masculino para los Emk-Op, pudiéndose reproducir en un ritual secreto y desconocido por el resto de seres vivos. Puede que ese fuera el destino que les aguardara o bien la madre árbol, en su sabiduría, les tuviera reservado este destino. Pero el problema llegó cuando el resto de animales llegaron, algunos desde la misma rama Fenop y otros de las distantes Dargarae y Sinak. Tuvieron que esconderse en huecos profundos y entre la maraña del espeso follaje para huir de los depredadores hasta que, cansados de tanto sufrir, pidieron a la deidad de la naturaleza Vuêk-va que les ayudara. Ésta no se inmiscuía en lo que la selección natural se refiere mas al ver a los desprotegidos primogénitos de Fenop, sin armas naturales ni posibilidad de defenderse más que ocultándose en reducidos espacios, se apiadó de ellos y les otorgó los dones que conservan hoy en día: a las Ghela-Op la habilidad de volar, con dos alas hechas de hojas del árbol perenne, y de hechizar a animales y plantas; a los Emk-Op el poder de desaparecer al instante, volviéndose invisibles a los ojos mortales, y la habilidad de imitar cualquier tipo de voz de las razas existentes a excepción de las voces de los hijos de Maëchand

Fen-Gu: aunque no hay testigos fuera de las razas Fenop, las bodas realizadas por todas las razas provienen de los primeros lazos de unión de los Ghela-Op y Emk-Op, las llamadas “Bodas de savia del Árbol”.

Nacimiento de las Ghela-Op y Emk-Op:


Tras la unión de las dos razas tras el Fen-Gu ocurre un evento que sucede un año después de la copulación (evento secreto y del que nadie a parte de los Fenop sabe) nacen del pecho de las Ghela-Op varios capullos -de uno a tres, rara vez más- del que brotan los futuros Fenop. Hay la misma posibilidad de que nazca una Ghela-Op o un Emk-Op. En el principio de los tiempos, cuando los Fenop eran presa fácil para los depredadores, tanto el rol de «madre» lo podía hacer uno u otro sin importar el sexo, respaldada por la diosa Vuêk-va para garantizar la supervivencia de la especie.

Ilustrador: Ufuk Can Fuentes https://art.alphacoders.com/authors/view/27352

Aku-Gram Hi

Primer libro de la creación

Lhoïok, Dios soberano de la creación, tuvo un pensamiento que al instante se materializó en un planeta sin vida y sin luz. Lhoïok lloró porque el pensamiento había creado un mundo sin explicación; no se podía decir que estaba allí porque no se veía, pero no se negaba su existencia ya que su presencia era la de Lhoïok. Pensó y halló una solución: buscar de entre sus sueños una ilusión, para que Menoïch, pudiera ser visto y sentido a la vez, para que los demás vieran con envidia que Lhoïok seguía siendo el señor de la máxima creación. 

Pero no era completamente admirado. Aon-ha, soberano y señor del odio, de la destrucción y la envidia, descubrió los planes de Lhoïok de crear algo puro. De la indignación, el universo se tiñó de oscuridad. La oscuridad de Aon-ha. El Dios de la creación tras mucho buscar encontró algo que no pudo definir, algo que de entre sus mil sueños era único, algo que no podía explicar mas al soñarlo vio que era bueno y sus lágrimas distribuidas por millones de puntos sobre la oscuridad de Aon-ha se tornaron brillantes de alegría iluminando todos los rincones sin fin del universo. Aon-ha estalló de rabia.

El sueño fue materializado en algo palpable. En él brillaba la fuerza de mil constelaciones, de mil deseos diferentes, todos buenos. Lhoïok lo lanzó con su esencia de bondad contra Menoïch para que fuera puro y perfecto. Pero el señor de la destrucción acumuló toda su ira en forma de negro cometa y lo lanzó con toda su esencia de maldad contra Menoïch. De repente se cruzaron antes de tocar sobre lo que tendría que haber sido puro y bueno. Una gran explosión absorbió a las dos divinidades al interior de Menoïch, fundiéndose en una, compartiendo un sueño que durará hasta que el mundo deje de soñar. Sus cuerpos quedaron en el espacio invisible ante ojos mortales o divinos, esperando a que el día llegue y que el sueño termine.

De la gran explosión surgieron fragmentos de sueños que se hicieron realidad. Uno, el más grande, se alojó en Menoïch y el mundo cambió. Otro se fue para las estrellas y en llamas estalló, creando a Shaik, el sol, alimentando con su luz y su calor. Otros, gemelos los dos, se alejaron uno del otro y las lunas se crearon: Naegab, blanca una como nácar y la otra era Naêmk, fría y azul. De la más grande, Menoïch, cinco elementos salieron, tierra, mar, fuego, aire, y del último no se habló, puesto que del sueño de Lhoïok y Aon-ha se trata. Aquel sueño no murió, porque dicho está en el firmamento, que algún día Lhoïok y Aon-ha, los dos, del inicio y del final se hablaría y que la batalla nunca terminó.


La Llamada  

Cuando todo ocurrió, vino un gran silencio. Pasaron interminables ciclos de tiempo hasta que fue escuchado el silencio que actuó como llamada para los Dioses soberanos. Tres vinieron; eran entidades superiores, Dioses para muchos de los mortales, para otros iguales, aunque no inferiores, mas su poder estaba muy por debajo de los Soberanos que ahora dormían: Clauok, Divinidad suprema del Bien y guardián de puertas de Zlecuria; Lean- ha Dios supremo de la Maldad y portador de la llama negra de Narnaetok; y, por último, y no menos poderoso, Anoïk señor de la Guerra, guardián de La Balanza de Zhasluon y Juez del equilibrio Eterno.

Al llegar vieron a Menoïch de una forma que no podrá ser vista jamás, en su máximo esplendor. A los ojos de las divinidades, fuera de cualquier ojo mortal, Menoïch manaba poder por todas partes, pero era así como lo veían ellos, ninguna persona podría describir lo que fue, antes se ahogaría en sus propias palabras al intentar ni siquiera explicar un ápice de luz de la creación.

La Luz de la Creación, un poder fuera de lo corriente y limitado para todos excepto las divinidades Soberanas y el Dios Ën, el Único, debe ser utilizado con sabiduría y conocimiento. Lo que se pretende es crear, no destruir, aunque en esta ocasión el sueño se convirtió en pesadilla para muchos.

Las tres divinidades contemplaron durante mucho tiempo, pero ¿Quién lo había creado? Miraron a su alrededor y vieron una interminable sucesión de estrellas infinitas en el universo imperecedero, un espectáculo digno para una entidad. Anoïk decidió comunicarle a Ën del sorprendente hallazgo. Fue a su búsqueda; tardarían cientos de años en volver.

El tiempo pasó, el silencio llegó a oídos de otros. Esta vez aparecieron dos nuevas divinidades. Éstas, independientes a los rangos celestiales, mantenían una fuerte alianza con las fuerzas del universo. Llegaron las dos, Vuêk-va y Enistîa y se maravillaron de lo que vieron y sintieron, una multitud de colores y poderes que se podían tocar y saborear, se sintieron atrapadas como un insecto a la tela de una araña, en verdad el inicio de la creación fue algo que pocos sintieron. 

Vuêk-va, entidad de la naturaleza viviente, fue seducida por el poder de Menoïch mas vio que había desequilibrios entre los elementos de vida, sobre todo sobre el elemento del Espíritu; su poder era inmenso y fluía de todas partes, pero sobre todo de un ser que caminaba por terrenos que nadie antes había pisado, cuya única pertenencia consistía en una túnica carcomida por el fuego, pero a su vez limpia y fría como el hielo. Las demás divinidades no le dieron respuestas que pudieran satisfacer a la poderosa señora de la naturaleza, pero le dijeron que si quería mandar sobre dichos elementos antes debería demostrar pleitesía a los Dioses supremos que allí había. Difícil decisión, ya que ganas tenía y sin pensar más en errante o caminante accedió a demostrar obediencia.

Enistîa Diosa de la magia vio un poder al cual podía dar forma ¡y que forma! Podía crear y destruir, alterar e invocar, un poder fuera de los límites de lo conocido y ahora la oportunidad a sus pies, tal vez jamás volvería a sentir o soñar una creación así, tal vez ésta era la oportunidad; y sin más, accedió también la poderosa señora a rendir respeto… Pero no todos ellos eran ignorantes de la auténtica verdad: el señor del Mal Lean- ha sabía de Aon-ha y de los planes que incluía desbaratar la creación de Lhoïok. Ocultó esa verdad para que nadie lo supiera. Así traicionó a Aon-ha; él quería el poder absoluto y lo extraería de Menoïch, escudriñando en las entrañas de los Dioses soberanos.