El mundo de Menoïch
Idiomas de los Shasiop

Es un tema controvertido ya que no se conocen casos de tratos con estas razas titánicas desde la Guerra del Odio, quedando pocos registros de los idiomas, tanto escrito como hablado, que tenían los Shasiop. Se registraron conversaciones entre Gialz, Drakgorak y Misgderïen, con otras razas se han efectuado en lengua Menoïac. Hay quien afirma que en verdad si poseen su propio lenguaje- en referencia de los pocos supervivientes Shasiop que hay en hoy en día- por desgracia no se sabe si pueden hablar otros idiomas, aunque se cree que al ser seres de inteligencia superior es más que posible.

Drago

La traducción más fiel sería «reptil viajero», pero el resto les llaman dragones. La metamorfosis fue larga y dolorosa. De aquellos colosos seres alados, los Drakgorak, muy pocos pudieron guardar el gigantesco tamaño; el resto, menguaron cada vez más o terminaron evolucionando a los Drâefeh: reptiles parecidos a los Drago, pero con múltiples cabezas. Aunque la muerte no les podría tocar, la maldición les hizo morir en vida y añorar lo que una vez fueron y perdieron.

Aspecto: mantienen un parecido a sus formas pasadas, si bien sólo poseen dos alas fuertes de las cuatro que poseían los Drakgorak. Aunque de menor tamaño se han dado avistamientos de grandes dragones, los más viejos, que superan con creces a los más jóvenes. Sus escamas varían en distintos colores, aunque se caracterizan en tres básicos: rojo, oro y verde.

Ilustrador: fotokostic Fuente: https://sp.depositphotos.com/portfolio-1480128.html?content=photo

Hijos de Maëchand

Aunque fueron los causantes de la creación de las razas reverso, también fueron víctimas de su inconsciencia. Los Shasiop que participaron en la batalla de Tzoh-Uak y sobrevivieron, se retiraron a sus territorios con una carga de vergüenza hasta hoy arrastrada, quedándose sin habla y comunicándose en un lenguaje tosco y sin traducción al Menoïac, pero a diferencia de las demás razas del árbol de Truak, los Gialz, hijos de Maëchand, se transformaron en otras entidades; no obstante, se dice que no todos los Shasiop fueron transmutados: unos pocos de entre una minoría de Gialz como Drakgorak, no sufrieron cambio alguno, pero eso es otra leyenda…

Los temibles Drakgorak se creen extintos tras su última batalla contra Clauok.

La Espada Rota de Clauok

Cuentan las leyendas que el dios Clauok cayó al Norte del bastión de Shadirind, en las montañas Cerliok. Después de eliminar a sus mortales enemigos, entre ellos a los temibles Drakgorak, entonó un último canto a Menoïch; fue una oda a la victoria sobre la muerte. Aun sabía de su irremediable muerte, también supo que viviría eternamente en los sueños y pensamientos de los mortales e inmortales que participaron en esa batalla. Un gran gozo invadió a Clauok y lanzó su espada a las montañas donde se rompió al caer al suelo al mismo tiempo de caer él y descansar para siempre.

La diosa de la música Liad-va compuso muchas canciones en honor al dios caído; no obstante, entre muchos de sus seguidores, se cree que la señora de los susurros creó una balada personal para él. Dicen que escuchando esta hermosa canción es capaz de ablandar el corazón más duro y hacer llorar a los más crueles y villanos.

Fuente Ilustración: https://www.deviantart.com/usamahdraws

La ciudad Unificada de Vrialdor

Fue la primera construcción unificada tras el nacimiento de todas las razas. La ciudad se edificó cerca del árbol de Truak y era hermosa y llena de vida; la mezcla de razas que convivían en su interior mezclándose edificaciones de toda índole otorgaba a la ciudad una visión apoteósica salpicada de multitud de colores y formas extrañas difícilmente vistas hoy en día. Altas torres levantaron los Zhogs junto con los Arhuatz y Sinak; fuertes eran los templos que allí residían y grandes las explanadas donde convivían. Una tierra de felicidad corrompida por Lean-ha que con su poder corrompió a los Shasiop haciéndoles creer que el resto de razas iban a eclipsarles y tramar su caída. Así es cómo ocurrió y cómo comenzó la Guerra del odio. Mucho se creó, pero también mucho se perdió en la memoria de los vivos, la desgracia del olvido bañó todo Menoïch. La rica y próspera ciudad cayó bajo cientos de Drakgorak y Gialz locos por el miedo, derribando la torre de Vrialdor y destruyendo sin querer la piedra de Znaoïk, que desencadenó la destrucción del árbol madre de Truak.

Vrialdor
Darzle

Aun siendo parientes de los Darla Aku Uln y de los Darnis, son muy diferentes de sus hermanos. Poderosas aves de caza y sabias a la hora de tomar decisiones y buscar alianzas. Son enemigos de los Drakgorak, aunque en situaciones desesperadas han pactado treguas. Son hechiceros por naturaleza y poseen poderes telepáticos. Habitan en todas partes de Menoïch, pero sobre todo en las montañas más altas. Son amantes de la naturaleza y entablan amistades con otras razas. Un claro ejemplo es la amistad con los Sinak. Algunos de los Darzle acceden a ser montados por jinetes, eligiendo a su compañero de armas con quien crea un vínculo único.

Aspecto:
Los Darzle son grandes aves de tres metros de altura y ocho de envergadura; sus cuatro alas tienen plumas de un color oro viejo reluciente si le tocan los rayos del sol. Su pico de color marrón y blanco lo utilizan para comer tanto carne como vegetales. Sus cuatro garras, dos delanteras y dos traseras de poderoso tamaño, son utilizadas para agarrar con fuerza a la presa y sus afiladas uñas atraviesan carne y hierro.

Shasiop

“con la primera eclosión surgieron los Zhoën, los primogénitos;
de las esporas volaban los Drakgorak,
de la dura corteza nacieron los Gialz.
Y de las profundas raíces surgieron los Misgderïen”

Los Shasiop fueron una raza titánica: enorme tamaño y poder abrumador. Cuando la gran semilla de Maëchand se plantó, con el primer estallido surgieron los Zhoën. Las entidades (dioses) recitaron las palabras de la creación y del interior surgieron: Gialz, seres de dimensiones gargantuescas que vivían sobre todo en altas montañas, en algunos casos en islas con grandes picos montañosos que recogieron la fuerza y dureza de la piel de corteza de la semilla; Los Drakgorak, grandes reptiles de tamaño impresionante, de diferentes formas y colores que surgieron con las esporas predecesoras al estallido, dándoles la gracia del vuelo y la flexibilidad; y por último los Misgderïen, seres no tan grandes como los Gialz, pero sí con mucho poder sobre los elementos que surgieron de las raíces de la semilla. Éstos últimos estaban representados por humanoides de muchas formas, aunque lo más aceptado es que eran altos y su dura piel era de piedra y restos de raíces que unían la roca. Los dioses creadores de estas razas fueron las divinidades Anoïk, Clauok, Lean-ha y la entidad de la naturaleza Vuêk-va. Indirectamente Enistîa y Liad-va también intervinieron, pero de una manera menos directa según indican los manuscritos del Errante. 
La fuerza y el vigor de los Shasiop fue determinado por los dioses, pero la entidad de la naturaleza Vuêk-va otorgó a los Misgderïen el poder de los elementos. Cosa que enfureció a Lean-ha convirtiéndola en su mortal enemiga, ya que las tres razas fueron creadas por los dioses primigenios entre los que se incluía el portador de la llama oscura de Narnaetok. Pero Vuêk-va ató a los Misgderïen bajo los poderes de Menoïch; no tardaron en maravillarse de la naturaleza y su poderoso entorno, de modo que llegada la hora Lean-ha incitó a los Shasiop para volverse contra las otras razas de la tierra. Cuál fue su sorpresa cuando los Misgderïen rechazaron su ofrecimiento sabiendo que era envenenado. De algún modo aprendieron de los elementos vivos de Menoïch, adoptando sabiduría y comprensión. Lean-ha estalló en cólera y dio órdenes, en las guerras de los titanes, de quemar todo resto de naturaleza que encontraran en su camino.

Aku-Gram Hi

Primer libro de la creación

Lhoïok, Dios soberano de la creación, tuvo un pensamiento que al instante se materializó en un planeta sin vida y sin luz. Lhoïok lloró porque el pensamiento había creado un mundo sin explicación; no se podía decir que estaba allí porque no se veía, pero no se negaba su existencia ya que su presencia era la de Lhoïok. Pensó y halló una solución: buscar de entre sus sueños una ilusión, para que Menoïch, pudiera ser visto y sentido a la vez, para que los demás vieran con envidia que Lhoïok seguía siendo el señor de la máxima creación. 

Pero no era completamente admirado. Aon-ha, soberano y señor del odio, de la destrucción y la envidia, descubrió los planes de Lhoïok de crear algo puro. De la indignación, el universo se tiñó de oscuridad. La oscuridad de Aon-ha. El Dios de la creación tras mucho buscar encontró algo que no pudo definir, algo que de entre sus mil sueños era único, algo que no podía explicar mas al soñarlo vio que era bueno y sus lágrimas distribuidas por millones de puntos sobre la oscuridad de Aon-ha se tornaron brillantes de alegría iluminando todos los rincones sin fin del universo. Aon-ha estalló de rabia.

El sueño fue materializado en algo palpable. En él brillaba la fuerza de mil constelaciones, de mil deseos diferentes, todos buenos. Lhoïok lo lanzó con su esencia de bondad contra Menoïch para que fuera puro y perfecto. Pero el señor de la destrucción acumuló toda su ira en forma de negro cometa y lo lanzó con toda su esencia de maldad contra Menoïch. De repente se cruzaron antes de tocar sobre lo que tendría que haber sido puro y bueno. Una gran explosión absorbió a las dos divinidades al interior de Menoïch, fundiéndose en una, compartiendo un sueño que durará hasta que el mundo deje de soñar. Sus cuerpos quedaron en el espacio invisible ante ojos mortales o divinos, esperando a que el día llegue y que el sueño termine.

De la gran explosión surgieron fragmentos de sueños que se hicieron realidad. Uno, el más grande, se alojó en Menoïch y el mundo cambió. Otro se fue para las estrellas y en llamas estalló, creando a Shaik, el sol, alimentando con su luz y su calor. Otros, gemelos los dos, se alejaron uno del otro y las lunas se crearon: Naegab, blanca una como nácar y la otra era Naêmk, fría y azul. De la más grande, Menoïch, cinco elementos salieron, tierra, mar, fuego, aire, y del último no se habló, puesto que del sueño de Lhoïok y Aon-ha se trata. Aquel sueño no murió, porque dicho está en el firmamento, que algún día Lhoïok y Aon-ha, los dos, del inicio y del final se hablaría y que la batalla nunca terminó.


La Llamada  

Cuando todo ocurrió, vino un gran silencio. Pasaron interminables ciclos de tiempo hasta que fue escuchado el silencio que actuó como llamada para los Dioses soberanos. Tres vinieron; eran entidades superiores, Dioses para muchos de los mortales, para otros iguales, aunque no inferiores, mas su poder estaba muy por debajo de los Soberanos que ahora dormían: Clauok, Divinidad suprema del Bien y guardián de puertas de Zlecuria; Lean- ha Dios supremo de la Maldad y portador de la llama negra de Narnaetok; y, por último, y no menos poderoso, Anoïk señor de la Guerra, guardián de La Balanza de Zhasluon y Juez del equilibrio Eterno.

Al llegar vieron a Menoïch de una forma que no podrá ser vista jamás, en su máximo esplendor. A los ojos de las divinidades, fuera de cualquier ojo mortal, Menoïch manaba poder por todas partes, pero era así como lo veían ellos, ninguna persona podría describir lo que fue, antes se ahogaría en sus propias palabras al intentar ni siquiera explicar un ápice de luz de la creación.

La Luz de la Creación, un poder fuera de lo corriente y limitado para todos excepto las divinidades Soberanas y el Dios Ën, el Único, debe ser utilizado con sabiduría y conocimiento. Lo que se pretende es crear, no destruir, aunque en esta ocasión el sueño se convirtió en pesadilla para muchos.

Las tres divinidades contemplaron durante mucho tiempo, pero ¿Quién lo había creado? Miraron a su alrededor y vieron una interminable sucesión de estrellas infinitas en el universo imperecedero, un espectáculo digno para una entidad. Anoïk decidió comunicarle a Ën del sorprendente hallazgo. Fue a su búsqueda; tardarían cientos de años en volver.

El tiempo pasó, el silencio llegó a oídos de otros. Esta vez aparecieron dos nuevas divinidades. Éstas, independientes a los rangos celestiales, mantenían una fuerte alianza con las fuerzas del universo. Llegaron las dos, Vuêk-va y Enistîa y se maravillaron de lo que vieron y sintieron, una multitud de colores y poderes que se podían tocar y saborear, se sintieron atrapadas como un insecto a la tela de una araña, en verdad el inicio de la creación fue algo que pocos sintieron. 

Vuêk-va, entidad de la naturaleza viviente, fue seducida por el poder de Menoïch mas vio que había desequilibrios entre los elementos de vida, sobre todo sobre el elemento del Espíritu; su poder era inmenso y fluía de todas partes, pero sobre todo de un ser que caminaba por terrenos que nadie antes había pisado, cuya única pertenencia consistía en una túnica carcomida por el fuego, pero a su vez limpia y fría como el hielo. Las demás divinidades no le dieron respuestas que pudieran satisfacer a la poderosa señora de la naturaleza, pero le dijeron que si quería mandar sobre dichos elementos antes debería demostrar pleitesía a los Dioses supremos que allí había. Difícil decisión, ya que ganas tenía y sin pensar más en errante o caminante accedió a demostrar obediencia.

Enistîa Diosa de la magia vio un poder al cual podía dar forma ¡y que forma! Podía crear y destruir, alterar e invocar, un poder fuera de los límites de lo conocido y ahora la oportunidad a sus pies, tal vez jamás volvería a sentir o soñar una creación así, tal vez ésta era la oportunidad; y sin más, accedió también la poderosa señora a rendir respeto… Pero no todos ellos eran ignorantes de la auténtica verdad: el señor del Mal Lean- ha sabía de Aon-ha y de los planes que incluía desbaratar la creación de Lhoïok. Ocultó esa verdad para que nadie lo supiera. Así traicionó a Aon-ha; él quería el poder absoluto y lo extraería de Menoïch, escudriñando en las entrañas de los Dioses soberanos.