17º Relato

…lo que pueda pasar en el futuro

Capítulo1

Mel despertó de golpe, sólo vio oscuridad. Su visión se adaptó con lentitud a las sombras de la noche mientras oía el inconfundible sonido de las sirenas de policía. Un aerodeslizador surcó la noche de ébano pasando a escasos metros de su cabeza. Mel respiró tranquila. Llevaba muchas noches durmiendo en la intemperie bajo el puente de acceso a la vía rápida esperando el momento justo para poder entrar en el edificio. Desconocía lo que pasaría tras las puertas de acero, pero seguro que sería mejor que pudrirse en el asfalto, aburrida de la larga espera.

La noche era el único momento en el que te podías mover. Por la mañana, al salir el sol, las temperaturas aumentaban tanto que respirar era un suplicio; imposible siempre y cuando no tuvieras las prótesis adecuadas y los filtros nasales para enfriar el aire. Además, era la única posibilidad de sacarse el casco y sentir algo de viento en el rostro. El nivel de oxígeno y la calidad del mismo estaban muy por debajo de lo viable, pero aquel sentimiento de naturalidad le daba… felicidad; pero no una felicidad sintética.

Si ella quería podía ordenar al chip cuántico, implantado entre el cerebelo y el tronco cerebral, administrar cualquier tipo de droga para aliviar dolor o sufrimiento y, de la misma manera, no caer en dependencia, aunque de esto último no había un 100% de posibilidades de éxito. Por alguna extraña razón que se desconocía, muchos implantes eran rechazados por el cuerpo y, aunque se suministrarán las drogas adecuadas para evitar el rechazo, sólo aceleraban el proceso y la inevitable muerte del sujeto. Otros afirman que nuestra alma nos abandonó hace siglos y que sólo poseemos una coraza vacía dirigida por la CPU de un sistema a distancia, como un inconsciente colectivo artificial del cual nada o nadie estaba al mando.

Los suicidios se habían multiplicado por mil y aumentaba de manera alarmante. El Gobierno Indisoluble estaba planteándose la creación de clones que nunca sintieran miedo, ansiedad o depresión, pero todas las pruebas y prototipos habían fallado. Era como si la esencia del ser humano hubiera desaparecido dejando aquí la materia.

A mediados de este siglo proliferó la creación de sectas que anunciaban que el infierno estaba aquí y que seríamos felices al pasar al otro lado. Se amparaban en escritos apócrifos donde se creía que la resurrección era realmente pasar a la otra vida y que aquí estábamos muertos en verdad. Pronto se apresuraron a desmantelar cualquier tipo de idea independiente bajo amenaza y sentencia capital, aunque aún existen seres que siguen ese mismo credo; de hecho, ella estaba allí por uno de estos sujetos.

Mel sacudió la cabeza ante tales ideas y volvió a colocarse el casco. Activó las pantallas que se proyectaron en su visión mostrando la mejor ruta de acceso cuando estuviera dentro del complejo. El camión de prisioneros llegaba tarde, pero esa era su única oportunidad.

El gran mastodonte de acero arribó en silencio, suspendido en el aire por los motores antigravitarorios. Parecía una gran caja rectangular de metal brillante, pulido como un espejo. Mel no se vio reflejada al pasar a su lado: el camuflaje termo óptico funcionaba a la perfección, cómo bien pudo comprobar.

Se deslizó en silencio cerca del vehículo pegada lo máximo posible. Si tocaba el transporte, o simplemente lo rozaba, la máquina detectaría un eco extraño y sería el final de la misión. Paralelamente tampoco podía pisar el suelo al traspasar el umbral de la prisión, ya que tenía un sistema innovador, tan fino que podía detectar el peso de una cucaracha sobre su superficie. Los sistemas de defensa harían su labor desintegrando cualquier intruso y ella no quería verse en tales cuitas. Deslizó la mano al cinturón y conectó el sistema antigravitarorio mientras daba un último impulso antes de que las puertas se cerraran tras de sí.

Iba a ser una misión complicada.

Mel Aglaya es una soldado, una guerrera, una superviviente de un mundo tomado por fuerzas alienígenas invasoras. Emprenderá una aventura épica. ¡No os lo perdáis!